martes, 11 de enero de 2011

Llueve en Buenos Aires

Lluvia de verano, una noche más que transcurre en el trabajo. Cómplices del desgano los sueños se han echado a correr lejos, ya no están aqui. Sólo tengo un agotamiento constante, una pesadez que no me la quito con nada, una angustia que marca mi paso cuando no existe nada de qué angustiarse ni nada que temer. Eso suele suceder cuando uno lo tiene todo, eso nos marca el rumbo cuando no hay rumbo determinado, cuando esperamos todo el tiempo y nada llega, nada porque no sabemos qué esperamos. Vemos el rostro del que amamos a nuestro lado, vemos a la familia y amigos, sabemos que no nos falta nada pero aqui se encuentra, vivita y coleando esa maldita melancolía, ese vacío extraño que no podemos llenar con nada, esa falta de pasión, ese deambular por las sombras mientras la vida pasa.