miércoles, 3 de noviembre de 2010

No digo adios.

Nunca digo adios a aquél que parte, no me despido saludo con el alma y pienso en el viaje que ha de emprender el que parte, el que se aleja, el que abandona un espacio físico. Pienso en qué otros lugares nos encontraremos, me dejo llevar por la idea de que el que se va se dirije hacia un lugar mejor. No pienso en lo malo, en lo trágico en el que no hay nada tras la partida de alguien querido. Simplemente pienso que hay un lugar donde nos encontraremos siempre. Si no hay regreso a esta vida y a este territorio, nuestras almas tendrán amparo en esos recuerdos y en esas casas y ciudades creados en sueños.

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